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Derribando los Muros Espirituales

Jose Miguel MinayaJose Miguel Minaya
15 de diciembre de 2025
Derribando los Muros Espirituales

Reflexión sobre cómo superar las fortalezas espirituales a través de la fe y la obediencia.

Derribando los Muros Espirituales

"El pueblo lanzó el grito de guerra y sonaron las trompetas. Al escuchar el pueblo el sonar de la trompeta, lanzó un poderoso grito de guerra y la muralla se desplomó." — Josué 6:20

La palabra de Dios nos habla de una ciudad que estaba amurallada: Jericó. Era una ciudad protegida, pero sus habitantes vivían con miedo. El versículo 1 del capítulo 6 dice: "Jericó estaba cerrada a cal y canto por miedo a los israelitas, nadie podía entrar ni salir."

El enemigo sabe quién eres en el mundo espiritual. Como el enemigo sabe quiénes somos, ha creado fortalezas, murallas y argumentos para que te detengas, para que la obra de Dios se detenga y tú no avances.

¿Qué son las fortalezas espirituales?

Las fortalezas son los argumentos contrarios que el enemigo levanta para paralizarte y que no ejecutes el llamado de Dios. Podemos identificar estos muros a través de las cosas que el enemigo pone para paralizarnos:

  • El miedo o temor
  • La ansiedad
  • Los pensamientos negativos
  • La inferioridad
  • El pecado

Lo primero que usa el enemigo para paralizarte es la duda. ¿Qué dice la Biblia de la duda? Que la falta de fe es pecado. Nosotros debemos ser hombres y mujeres de fe.

Primer principio: La importancia de la obediencia

No puedo ser un hombre o una mujer de fe si no soy obediente, si no me sujeto a lo que dice la palabra de Dios.

Dios le dijo a Josué instrucciones específicas: durante seis días darían una vuelta alrededor de la ciudad, y el séptimo día darían siete vueltas mientras los sacerdotes tocaban las trompetas. ¿Qué hizo el pueblo? Exactamente lo que Dios ordenó.

A veces Dios nos da una palabra, nos da claras instrucciones, pero queremos "ayudar" a Dios. Como Sara, que en lugar de esperar la promesa, envió a Abraham con Agar. No fue lo que Dios había dicho.

"Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios." — 1 Samuel 15:22

Le complace más a Dios que le obedezcas que vivir una vida de sacrificio. Tu fe se activa cuando estás en obediencia. La obediencia activa la provisión divina.

¿Cómo muestro mi amor por Dios? Juan 14:15 dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos." Guardar los mandamientos significa obedecerlos, ponerlos en práctica.

Segundo principio: La fe colectiva

Para lograr victoria, necesito aliarme con personas correctas, que tengan fe como yo, que hablen el mismo lenguaje, que cuando yo tenga un problema no me digan "pobrecito, te embromaste", sino que me digan "vamos a orar, veamos qué dice Dios."

"Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí yo estoy en medio de ellos." — Mateo 18:20

Tu núcleo, tu gente, son los primeros que se tienen que empapar de tu visión para que te puedan ayudar. Como Moisés, que cuando sus manos se cansaban en la batalla, tenía a Aarón, Josué y Caleb a su lado sosteniéndolo.

Van a haber momentos en que tu fe se va a debilitar, en que te vas a cansar. Pero si no tienes la persona adecuada contigo, serán los primeros que te van a empujar al precipicio en lugar de levantarte.

Declaración de fe

Yo no sé con qué muro estás peleando. Yo no sé qué es lo que te tiene paralizado. Pero Dios ha depositado la confianza en ti. Dios ha confiado en ti un gran ministerio, un gran llamado.

El enemigo se ha levantado contra ti de muchas maneras: peligro, persecución, enfermedades, escasez, traiciones. Pero en la traición Él se mantiene fiel, en la escasez Él te provee, en la soledad siempre está contigo, en la derrota Él te da la victoria.

"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." — 2 Timoteo 1:7

Mis emociones se tienen que sujetar a lo que Dios ha dicho. Mis temores se tienen que sujetar a lo que Dios ha dicho. El poder que Dios nos ha dado es un poder sobrenatural para hacer las cosas que no son como si fuesen, para atar y desatar.

Son más los que están con nosotros que contra nosotros. Es mayor el que está en ti que el que está fuera en el mundo.